Traté de escapar, pero noté que estaba caminando en círculos.
Un circo. Parecía pequeño. Me pregunto... ¿Dónde estarán todos?
-Anda niña, no tengo todo el día, la función va a comezar.- Dijo el dueño.
Comenzaron a bailar, pero luego noté que no tenían nada planeado.
Me dejé llevar por el ritmo de la melodía.
-Eso es, baila con todo tu estupidés.- Dijo el apuesto muchacho.
-Esta es nuestra entrada.- Dijo uno de los gemelos.
Luego trajeron a una chica muy bonita.
Un momento... ¿Qué están haciendo?
-Sigue con el acto, no te detengas.- Decía el dueño.
-No debes interrumpir en mi acto señorita.- El gemelo, el estaba...
-¡Anda! Ahora eres parte del circo, no te atrevas a abandonarnos.- Dijo el apuesto muchacho.
No hay publico... ¿No hay publico?
-No necesitamos entretener a otros, sólo a nosotros mismos.- Dijo la adorable niña.
-Hazlo, hazlo, ahora eres parte del circo.- Decían todos, con una sonrisa en sus rostros.
No me queda más opción, debo hacerlo, ahora soy parte de ellos.
Lo hice. Desataron las extremidades de la pobre chica. Pero no podía moverse. Mucho menos hablar. Entonces la sacaron de allí.
El muchacho apuesto me observaba fijamente.
-Ella. Ella es ideal para el segundo acto. Solo mírenla.- Dijo este.
-Es perfecta. Es perfecta.- Decían una y otra vez.
Me escurrí entre los inmensos árboles del bosque. Nuevamente parecía estar caminando en círculos. Esta vez hallé una enorme mansión . La puerta estaba abierta. En ella me esperaban centenares de sirvientes.
-¿Desea algo mi amo?.- Dijeron todos. Parecían iguales. Excepto uno. Él tenía un aura diferente.
Me guió hasta un enorme salón en donde sólo había un reloj de péndulo.
Cuando voltée, el gentil sirviente se había ido, y en su lugar estaban los gemelos perdidos.
-¿Quieres que te cuente un secreto?- Dijeros ambos. Sus voces parecían estar sincronizadas.- Cuando los relojes den las cinco en punto, saldrás de este bosque.
Luego desaparecieron. Oí bien. Sólo que el tono en el que lo dijeron no era el adecuado para una buena noticia.
Me desconcentré al oír una dulce melodía proveniente de la habitación.
-Tu eres mi invitada especial. He preparado esta habitación para tí.- Decía el apuesto muchacho.
Me recosté. Estaba agotada. Pero noté que el muchacho se había quedado observándome cono antes en el circo.
Se acercó a mí y me inquieté. Intenté moverme, pero los sirvientes me sujetaban. Todos, excepto el dulce sirviente. Él me susurró al oído. ''Lo lamento''.
-Su platillo está servido mi amo.- Le dijo.
-Pueden retirarse.- Contestó el amo.
Nuevamente me inquieté, pero esta vez habían cadenas.
-Gracias por la comida.- Balbuceó.
Se acercó aún más y me besó.
-No... no quiero.- Dije.
-Esto no se trata de que tu quieras.
Lo hizo. Por suerte acabó rapidamente. Sólo me queda convencerme de que fue una pesadilla.
Al dejarme libre, escapé lo más pronto posible.
Perdida nuevamente en el intrépido bosque. Una vez más caminando en círculos. Sentía que mis pies se congelaban.
Casualmente, unos metros después hallé una fogata. Sentados a un lado de ella, estaban los gemelos. Cantando una adorable canción.
-¿Te unes a nosotros?- Dijeron.
-Yo...
-Ella se quedará.- El apuesto muchacho contestó en mi lugar.
-¿Puedes decirme...
-...Qué hora es?- Uno terminó la frase del otro.
-04:00am - Respondió el dulce sirviente.
-Ya veo... no falta mucho.- Dijo la niña, observandome.
-La cena está servida mi amo.- Dijo, nuevamente, el sirviente.
Todos se acomodaron. Pero cuando me dí cuenta había una muchacha con sus extremidades atadas a cada punta de la mesa.
El dulce sirviente se acercó a mi oído y susurró. ''Que disfrute de la comida, mi amo''
Aterrada me levanté bruscamente, pero al querer uír alguien me tomó de la manga.
-Irse así de una cena tan importante es de mala educación. ¿Acaso no te lo han dicho tus padres?- Dijo el apuesto muchacho, sentándome en una silla.
De modo que sólo permanecí en silencio, viendo como recurrían al canibalismo.
Unas horas después nos sentamos alrededor de la fogata. Comenzaron a cantar inocentemente. Pero de repente la canción se tornó macabra y sádica.
Me vovía loca. Cada minuto, cada segundo que pasaba, mi cordura se consumía lentamente. Ellos staban haciendo ahora el tercer acto. Ya no tenía escapatoria. o al menos eso creía.
El dulce sirviente me llamó detrás de las tiendas.
-Si quieres salir... yo te puedo ayudar.- Dijo él.
-Eso sería muy amable de tu parte.
-Ven.
.
-Me temo que si quieres salir de aquí, esta es la única forma de hacerlo. El reloj va a dar las cinco en punto - Dijo. Me había llevado a escondidas de los demás. Hasta una soga que colgaba de un árbol hueco.
Los demás comenzaron a gritar mi nombre. Se acercaban, corriendo y gritando.
No pude soportar más esta presión. Así que la puse alrededor de mi cuello y me dejé caer. En ese entonces no me había dado cuenta. Pero era una trampa, eso es lo que ellos querían. Al morir, mi espiritu formaría parte del bosque, parte de ellos, para toda la eternidad.
Hoy, ya estoy acostumbrada a todo esto. Siempre es la misma rutina. Hacemos que alguien caiga en las manos del bosque y luego hacemos que forme parte de nosotros. Así, cada día que pasa, somos más y más. Hasta que seamos centenares de personas. Lo que no sabíamos hasta ahora, es que somos esclavos. Millones de esclavos, que de lo único que se ocupan, es de que su amo no esté aburrido. Si lo está, será el fin.
Es por eso que cuando estés en un bosque, debes cuidarte, no te pierdas, o nos veremos obligados a hacerlo.
No importa en qué bosque estés, o cuán grande sea. Para nosotros siempre será el bosque de los pecados.