Teníamos que pasar por las ruinas de una calera, pero estábamos demasiado cansadas como para proseguir, es por eso que decidimos sentarnos en un tronco hueco que había en el suelo; el tronco daba hacia una casa que estaba sobre una montaña de tierra muy baja, lo curioso es que la casa estaba más atrás, dejando ver primero un llamativo patio delantero, decorado con pequeñas rocas que formaban un camino. Además, unos gnomos de jardín, haciendo su trabajo; cuidar la casa. Sacamos un cigarrillo, era el último para ambas, las pequeñas cajas se habían quedado vacías.
-Nunca me gustaron esos duendes. -Dije-
-¿Qué cosa? ¡Ah, eso son gnomos! ¿Sabés? A mi me criaron diciendo que si alguna vez uno de ellos te silba, debes darle un cigarrillo, o serán capás de de hacer CUALQUIER COSA -Dijo, destacando la palabra-
-PFF~!! ¿¡Y te pensás que YO me voy a creer eso...-
Justo en ese momento, cuando terminé de decir mi frase..., se oyó un leve silbido. Pero, era casi media noche, las calles estaban vacías, y no había siquiera un maldito auto, ¿cómo podría haberse tratado de una broma?
Diría que fue tan sólo una casualidad, que tal vez, un extraño nos oyó hablar y quiso jugarnos una mala. Que tal vez, fue pura casualidad que, ése, fuese nuestro último cigarrillo..., sí, normalmente yo diría eso, pero las casualidades no existen.
''Y es por eso que no me gustan los gnomos''
''Y es por eso que no me gustan los gnomos''
Bien, esta es una experencia propia de mi hermana mayor, yo sólo quise darle un poco más de vida, pero tenga usted por seguro, que esta historia no ha sido alterada para ''sonar'' más guay.
Muchas gracias por visitarnos.
Atte: Qsaen.
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